sábado, 20 de diciembre de 2014

Cuento "Altair y anillo de Doran."



Altair y anillo de Doran.

Había una vez en un reino muy lejano, una familia real que tuvo un hijo como producto de su amor al que llamaron Altair.

Cumplidos los 16 años, Altair salió de caza (como era costumbre para ascender al trono) con su padre y el hermano del rey, Dahaka, pero se toparon con el escuadrón del reino vecino y en un acto de traición Dahaka lanzo una flecha en señal de agresión. La tropa enemiga respondió con una nube de flechas que nublaron el cielo. Hiriendo de muerte al rey, obligando a Altair a escapar junto a su padre al reino.

Al legar, Altair gritaba por ayuda pero cuando Dahaka regreso, culpo a Altair por traicionar al rey y ordeno que lo aprendieran de inmediato. Altair combatió con los cinco guardias reales que intentaron derribarlo pero él era más fuerte y los derroto. Se aproximaban cientos de hombres por él, teniendo así que huir de casa para evitar una sentencia de muerte por un crimen que no cometió.

Altair tomo su caballo y partió al bosque para perder a los guardias en la oscuridad de la neblina. Mientras se alejaba, Se adentraba más y más a un lugar que desconocía del reino. Pronto se percató que ya no había nadie siguiéndolo y se detuvo a orillas del rio a pensar en lo que sucedió.

Recordó entonces una tarde cuando su padre le conto acerca del tesoro más valioso que tenían, el anillo de Doran, un anillo mágico que le otorgaba a su portador el poder de controlar la mente de cientos de soldados para su beneficio. –No puedo permitir que Dahaka robe el anillo y controle el reino de mi padre- pensó.
Tomando su arco y su espada, subió a su caballo y se dirigió al reino de regreso a detener a su tío.

Al entrar a las tierras del reino se topó con una emboscada de soldados que se dirigían hacia él. Mirando a su alrededor reconoció el rio que pasaba por debajo del castillo y se dirigió a él. Bajó del caballo y se lanzó al rio para escapar de los soldados. Perdiéndolos, nado y nado hasta que se desmayó.

Al despertar se encontró en una choza dónde estuvo siendo atendido por la curandera del reino, ella le dijo que sabía lo que había pasado en ese día de caza con su padre y que solo él podría detener a Dahaka.
Entonces le dio una pasión que le daría la fuerza y destreza para entrar al castillo y detener a su tío.

lunes, 15 de diciembre de 2014

Reseña de Graves



Reseña de la lectura de los capítulo 1 del libro Didáctica de la escritura de Graves

El aprendizaje de las artes gemelas de escribir y enseñar

El maestro es la persona que nos enseña a leer, a escribir, a sumar, a restar, a multiplicar, nos cuenta historias y nos habla de valores cuando en hacemos algo al, pero ¿qué sucede cuando estamos aprendiendo a escribir y hacemos un rayón diciendo que hemos escrito “mi mama me quiere” y el maestro dice “ahí no dice nada”? obviamente sucede una desmotivación directa al deseo de aprender a escribir y es así como profesores nos ponemos nosotros mismos un conflicto con los alumnos cuando queremos que aprendan a escribir. Es importante que para enseñar “algo” primeramente hay que dominar ese “algo”, pero cuando ese algo es enseñar, estamos entramos en un problema real, pues el dominio del contenido va de la mano con la teoría de la enseñanza pues entre ambos se logra que el alumno aprenda. En el libro en cuestión, el escribir se considera arte, ya que la definición de arte es “un proceso que consiste en dar forma a un material respecto a un fin que se pretende”, y nuestro material son las líneas trazadas en un papel a las cuales pretendemos que el alumno les de forma para que logre comunicar una idea de su pensar (expresión). 

En relación con lo anterior, el docente rompe la creatividad del alumno rompe con interés por ese arte cuando lo que hace el alumno no es lo que el maestro quiere y ese es el principal problema al cual el maestro novato le teme cuando por primera vez enseña a escribir, pues creen que los alumnos no son capaces de desenvolverse de forma adecuada en una hoja blanca.

Considero que el enseñar implica una serie de procesos más que no vienen implícitos, sino que durante el transcurso se van adquiriendo conforme vaya suscitando a lo largo del proceso. Si se habla de arte, el docente es un artista y al hacer esta analogía debe de tomarse en cuenta las implicaciones del artista pero adaptarlas al arte de la enseñanza y de la escritura, ayudando al niño a que convierta sus intenciones en realidad.

Daniel de Jesús Estévez Sánchez